Los zoppianos también le hacen al paintball

Eran las 10 de la mañana de cualquier sábado de Junio, en la zona industrial más conocida como Maltería, allí se encontraba un grupo de personas llamados los zoppianos, todos preparados para un juego que se denomina Paintball. En medio de la euforia por comenzar no se habían percatado que faltaba uno de ellos; Andrés, al que se le ocurrió la idea de convocarlos para este juego, además de ser el que se comunicó con la persona encargada de llevar los implementos para el juego. Llegaron las 10:30 y Andrés no aparecía, uno de ellos tomó la iniciativa de llamarlo para saber si iba asistir o empezaban sin él, ya que el señor dueño del juego había llegado. Cristian, uno de nuestro Zoppianos llamó y le preguntó: -Quiubo Andrés usted no va a venir,  Andrés contestó: -si claro ya voy (aunque su mente decía que no quería ir para poder dormir más).

Efectivamente Andrés no aparece en la foto.

A las 10:30 comenzaron el juego, el equipo se dividió en dos: el primero por Óscar, Herman, Cristian y Mary Luz; el segundo José, Camilo, Daniela, Juan David y Natalia. El juego dio inicio y sus pistolas cargadas de municiones produjeron  adrenalina en cada uno de los participantes; dentro de ese bosque cada uno se refugiaba en los troncos de los árboles de pino para no ser lastimado con las balas de colores, y al estar explorando cómo atacar con sus marcadoras llegó Andrés, que terminó de completar al primer grupo.

 Pero esto no fue suficiente para el número uno, pues la cuadrilla dos ya estaba tomando el mando atacandolos con mucha puntería y ellos sin defensas para cubrirse; debido a que Mary Luz y Herman quedaron atrapados en un morro lo que hizo que no tuvieran escapatoria, golpeados a punta de balas por Jose y Camilo los más fuertes del grupo número dos. Fue un momento de gran frustración para Herman pues ya se le habían acabado las municiones, además levantó la mano para indicar que se retiraba del juego y recibió una bala en su brazo qué provoco dolor e incomodidad.

En el último juego realizado en aquel bosque de pinos se estableció por parejas, cada uno con el que más se entendiera. En este, muchos prefirieron esconderse pues ya sentían miedo de los golpes que podían recibir, terminando sus últimas municiones. Asimismo se dio por terminado el juego, algunos se fueron felices por lo bien que les fue jugando paintball; pero otros como Herman, Mariluz y Cristian se llevaron algunos morados que desaparecieron después de los días de juego.

 

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